¿Por qué los pobres tienen tantos hijos?

Blog sobre fertilidad y pobreza. Gladys Ewers

La inquietud por el tema surge del artículo de Mayra Arena (2018), donde menciona una pregunta que también me he cuestionado, durante el tiempo que trabajé en una escuela en Latinamérica, y es ¿por qué los pobres tienen tantos hijos?
Para saber de qué estamos hablando necesitamos una definición de “pobreza” con el fin de encontrar una descripción de las características que la componen, para luego tratar de contestar la pregunta de porqué los pobres tienen tantos hijos.
Existen varios estudios que señalan la omisión de describir la pobreza y cuando la mencionan en medios de comunicación por ejemplo, solo lo hacen por medio de números estadísticos. En el trabajo de Pardo Abril (2018), el autor afirma que, la prensa colombiana hace un discurso económico al referirse a la pobreza; el fenómeno “pobreza” dice: “se fragmenta y minimiza, al mismo tiempo que se ocultan las particularidades de los sujetos afectados” (Pardo Avril, 2018).
El citado autor señala además que, la fiabilidad del discurso sobre la pobreza es dudosa porque está basada en datos técnicos y procedimientos científicos que muchas veces no son verificables, esto no refleja la realidad de lo que es la pobreza. Además, dice que es imposible identificar todas las variables que implican y definen la pobreza (Pardo Abril, 2018).
Siguiendo la crítica de falta de definición de lo que es pobreza, Chiquito, Pinardi y Llull (2021) desarrollan un estudio sobre “El lenguaje de la pobreza” realizado con artículos escritos sobre el tema en periódicos latinoamericanos. Constata que, se usa con más frecuencia la palabra “pobreza” que la palabra “pobre” sosteniendo que esto afecta al estatus y posición de la persona (pobre) o sea el sujeto que se encuentra en la pobreza; estos autores argumentan que las ayudas y fondos están dirigidos al problema y no al actor del problema (Chiquito, Pinardi y Llull, 2021:124).
Los autores mencionados, concluyen que “pobreza” y “pobre” son definidos por su relación con la economía, el desarrollo, las estadísticas, la religión, pero no por sí mismo, sino por el area en que aparecen omitiendo así las causas que la producen. De esta manera la pobreza sería un fenómeno “ahistórico”, como dice Pardo Avril (2018), de generación expontánea y se cuantifica en cifras, porcentajes e índices (Pardo Abril, 2018). Sin embargo, hubo un cambio en periódicos argentinos después del 2015, en los que se cuestiona el sistema de estadísticas de medición de la pobreza y se cambia la forma de referirsea a la misma con expresiones como “disminución de pobreza”, “baja de la pobreza” (Chiquito, Pinardi y Llull, 2021:130,185).
A diferencia de los autores arriba citados y acercándonos hacia una definición de pobreza, Hernández Pedreño (2010) en su estudio sobre “El estudio de la pobreza y la exclusión social Aproximación cuantitativa y cualitativa”, sostiene que hay diferentes concepciones y formas de medirla. Este autor entiende que hay pobreza absoluta cuando el conjunto de necesidades no son satisfechas, lo que exige identificar cuáles son los recursos o consumos mínimos necesarios para la vida humana (Hernández Pedreño, 2010:4). Por otro lado, el criterio de “pobreza relativa” surge cuando se compara la pobreza con otros estándares en una sociedad determinada y teniendo en cuenta por ejemplo, la distribución de los ingresos o las condiciones de vida. Además, atribuyendo esta definición a la de la Unión europea dice que: “la pobreza es una situación de privación relativa donde son pobres los individuos quienes por la escacés de sus recursos materiales se ven imposibilitados de participar en los patrones de vida, en los hábitos y las actividades consideradas normales en una sociedad” (Hernández Pedreño, 2010:4).
El concepto de “pobreza relativa “se define en relación con el nivel general de prosperidad de cada país y con un valor de distribución de la renta que una familia dispone durante un año; para ello se tiene en cuenta el tamaño de los hogares, los gastos de la familia y gastos personales. De esta manera afirma Hernández Pedreño (2010), la linea de pobreza es definida de acuerdo a los ingresos (Hernández Pedreño, 2010:5). Sin embargo, el término más usado es el de “exclusión social” destacando las situaciones de desempleo, rentas insuficientes, problemas de vivienda, niveles y oportunidades educativas, salud, discriminación, ciudadanía e integración. Este autor admite que la “exclusión social” no se puede explicar desde un solo punto dado que son muchas circunstancias interrelacionadas entre sí (Hernández Pedreño, 2010:7).
Otra descripción de la pobreza, la encontramos en un trabajo de Greiff y Fuletti (2024), sobre la pobreza infantil, estos autores atribuyen al Instituto de estadística de Uruguay la determinación de si un hogar es pobre o no. Para determinarlo suman todos los ingresos de los miembros del hogar y el resultado lo comparan con la linea de pobreza que le corresponde a ese hogar; es decir que, cuanto más integrantes tenga ese hogar más alta será la linea de pobreza que le corresponde a ese hogar. Afirman también que si en ese hogar hay niños o adolescentes es muy probable que el hogar sea pobre, pues ellos no aportan ingresos (Greiff y Fuletti, 2014).
El principal determinante para que un hogar sea pobre es el vínculo que tienen los individuos con el mercado laboral, el tipo de empleo (precario), empleo por cuenta propia, trabajos informales de pocas horas y de baja remuneración. ¿Cómo se determina la linea de pobreza? Para cada hogar se hace un cálculo que intenta reflejar lo que se necesita para gastos de alimentación y gastos no alimentarios. Si los ingresos no alcanzan para cubrir esos gastos los integrantes son pobres. La linea de pobreza aumenta con la cantidad de personas que viven en ese hogar. Se usan además distintos valores dependiendo de si viven en zona rural o zona urbana. Surge de este esudio que, del 87% de los hogares monoparentales donde los niños viven con uno de sus padres, el 34 % son pobres; la razón es porque los ingresos laborales son precarios dada la necesidad del padre/madre de conciliar trabajo con tareas domésticas del hogar y de cuidado del/los niños.
Greiff y Fuletti (2024), sostienen que el acceso al empleo es determinante para la pobreza infantil, abarcando desde el problema para inserirse en el mercado de trabajo, conciliar trabajo remunerado con el cuidado de los hijos, dificultad de conseguir empleo y/o empleo precario. En hogares con niños la pobreza afecta la alimentación, la vivienda, la educación; los ingresos no son suficientes, no se pueden pagar las cuentas, y los gastos de vestimenta y vivienda tampoco se pueden cubrir, así como ni la salud ni gastos de transporte y educación.
La falta de dinero afecta también el acceso a una dieta saludable, a una vivienda digna (con agua caliente por ejemplo), tener refrigerador. Se hace propicio el asinamiento (más de 2 personas en una habitación) y los asentamientos en barrios periféricos con peor acceso a servicios y oportunidades (Greiff y Fuletti, 2014).
¿Por qué traer más hijos al mundo en estas condiciones?
Villasmil (1998) en su estudio “Fecundidad en familias en situación de pobreza”, trata de explicar el comportamiento reproductivo en familias en situación de pobreza en el contexto latinoamericano pero, haciendo hincapié en México. Si bien existe una disminución de la tasa de natalidad en familias del ámbito académico, esa decreción no se refleja en familias pobres que presentan por el contrario una elevada natalidad. La condición de pobreza señala Villasmil (1988), influye en el comportamiento demográfico y en particular en el reproductivo lo que influye en el crecimiento del sector pobre de la población (Villasmil, 1998:2).
Esta autora, define a la pobreza como un estado de necesidad material y no material que afecta a la percepción y espectativa de los individuos. Para entender por qué las familias pobres tienden a mantener una elevada fecundidad es necesario considerar la dinámica que opera en esas familias dado que no solo el aspecto económico influye sino que también el aspecto cultural, simbólico y valorativo. La autora cita a Judith Blake, quien sostiene que hay una racionalidad distinta en la cual interviene la forma de vida de las familias pobres y las pautas de socialización. Blake explica que un padre de familia pobre difícilmente genera expectativas sobre sus hijos más allá de las que generó para sí mismo repitiéndose así actitudes y estilos de vida (Villasmil, 1998:4, 5)
Este esquema se repite en términos sociales, ya que los hijos de los pobres suelen estar al margen de la educación formal y es porque, responden a una restricción de alternativas a necesidades propias y que son transmitidas de generación en generación. En países como Bolivia, Paraguay, El Salvador, Guatemala, Honduras Nicaragua, la tasa global de fecundidad en la década de los `80 superó el 4,5 hijos en mujeres de sectores más bajos de ingresos en zonas rurales y de bajo nivel educativo. Se destaca que las mujeres sin instrucción y las que habitan zonas rurales tienen un promedio de 5 hijos o más comparadas con mujeres con nivel secundario o superior de educación quienes tienen 2 hijos. Otro aspecto a considerar es la alta mortalidad, lo que refuerza los patrones de alta fecundidad (Villasmil, 1998:6, 8).
Las familias que han pasado a ser pobres debido a años de crisis acentuaron la heterogeneidad, lo que influye en la intensidad y velocidad en que se ha dado el proceso del descenso de la fecundidad en todos los grupos sociales. Existe una estrecha relación entre pobreza, mortalidad y fecundidad señalada por la organización familiar, el motivo son los hogares numerosos y la relación de dependencia elevada como producto de una estructura más jóven, actividades por cuenta propia y baja calificación técnica (Villasmil, 1998:6, 9).
Villasmil (1998), asocia a los sectores campesinos la alta fecundidad, así como también entre trabajadores sin tierra y minorías étnicas. En México sobretodo, la fecundidad de 4.1 hijo se da entre mujeres sin escolaridad, mientras que las que habían cursado 1 año de secundaria la fecundidad es de 2,4 hijos
Las mujeres en situación de pobreza extrema tenían una fecundidad de 5,1 hijos en 1994, es decir 2,4 hijos más que el resto. Estos datos nos permiten asociar las variables educación y zona de residencia con el comportamiento productivo. Como consecuencia podemos afirmar que entre las mujeres residentes rurales y sin escolaridad, es superior la proporción de paridad y tienen una mayor velocidad de reproducción en comparación con mujeres que viven en zonas urbanasb y con alto nivel de escolaridad (Villasmil, 1998:9, 10).
Los estudios hechos en México revelan una mortalidad infantil junto con altas tasas de fecundidad además, se contrae matrimonio y se tiene el primer hijo en una edad temprana; otro factor importante es la poca difusión de métodos conceptivos y el corto espaciamiento de los nacimientos. El comportamiento demográfico de los sectores pobres y marginados retarda la transición de altos a bajos niveles de mortalidad y fecundidad, es decir si bien hay altos niveles de mortalidad, como la fecundidad es alta también nunca llega a bajar el nivel de mortalidad y solo sube el nivel de fecundidad.
Villasmil (1998) hizo un esquema de la reproducción de la pobreza, donde menciona la alta tasa de fecundidad y el crecimiento de la población pobre, dado que la reposición de los miembros de la sociedad estaría recayendo sobre este grupo de la población. Otro aspecto, es la transmisión de las condiciones de vida de padres a hijos de forma perpetua y permanente. Según Davis y Blake citados por Villasmil (1998), consideran cuáles son los factores que actúan sobre la toma de decisiones a la hora de hacer la planificación familiar.
Comienzan mencionando 1) el “background demográfico” que incluye el lugar de residencia, nivel de instrucción, nivel de ingreso, tipo de unión conyugal y religión. 2) Sistema generacional de valores, orientación y valoración respecto al cambio (tradicionalismo, modernismo, fatalismo, espectativas sobre el valor de los hijos. 3) Atributos: información y actitud sobre métodos de planificación familiar y sus usos. 4) Actitud tamaño de las familias, preferencias, percepciones (Villasmil, 1998:9, 11).
Villasmil (1998) sostiene que las preferencias reproductivas de la familia en situación de pobreza al ver limitado su espacio social y restringida su estructura de oportunidades por un marco de carencias y privaciones, junto con la imposibilidad de controlar su presente, tienen como estrategia mantener una alta fecundidad que si bien no tienen control del presente cercano hace posible el control del futuro. Esta elaboración implica el valor de los hijos como fuente de futura seguridad frente a los riesgos, y también como soporte de la vejez dejando de un lado criterios como costos y beneficios inmediatos. Podríamos decir que es una estrategia para desajustes futuros. Una fecundidad elevada pondría en movimiento una red de protección de índole afectiva y patrimonial cultural. Otra hipótesis sostenida por este autor, tiene que ver con la expectativas o no de un ascenso social. Dado que las familias en situación de pobreza no tienen posibilidades de un ascenso social y por ello no llegan a vislumbrar un futuro mejor, distinto al presente, por ello no existen razones para controlar su fecundidad.
Estas afirmaciones se basan según Villasmil (1998), en lo que la literatura ha denominado “la exigencia social de los hijos”. Este concepto está basado en la idea del uso social que ese hijo representa tanto para la familia, como para la sociedad. En las familias pobres el costo que tiene un hijo en el presente y el “uso” que ese hijo tendrá en el futuro traducido por ejemplo en apoyo económico a la familia o fuerza de trabajo, no es el mismo que en otros grupos. Por ello, no existe un imperativo lo suficientemente fuerte para la familia pobre controlar la fecundidad (Villasmil, 1998:12, 13).
Conclusión
Partiendo de la literatura encontrada podemos concluir que los factores que inciden en la alta fecundidad de las familias pobres son:
1. La falta de educación
2. Religión
3. Zona de residencia (rural)
4. Pertenecer a minorías étnicas
5. Tradicionalismo
6. Falta de información sobre el control de la natalidad
7. Alto nivel de mortalidad infantil
8. Casamiento entre individuos muy jóvenes y corto espaciamiento entre los nacimientos
9. Estrategia que al no poder controlar el presente se pretende controlar el futuro dejando de lado los costos y beneficios asegurándose protección en la vejez
10. La fecundidad crea una red de protección de índole afectiva entre miembros de la familia
11. Espectativa de ascenso social
12. En las familias con espectativas nulas de ascenso social, no se vislumbra para sus hijos un futuro distinto al presente. Por ello, no es imperativo controlar su fecundidad dado que, en el futuro los hijos pueden representar una ayuda económica o una fuerza de trabajo.







Referencias
Arena M. (2018). ¿Qué tienen los pobres en la cabeza? YouTube, uploaded by TEDxRiodelaPlata, 22 Mar. 2018,Disponible en: www.youtube.com/watch?v=VxsRZ5pEffQ.


Chiquito, A.B., Pinardi, L., C. & Llull, G. (2021). El lenguaje de la pobreza: Comunicación multifacética. Clasco. ISBN 978-987-722-836-6. [http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20210225044956/El-lenguaje-de-la-pobreza.pdfLinks to an external site.]


Díaz Langou, G. (s.f.). La pobreza afecta más a las familias con niños porque deben resolver una tensión entre trabajar fuera del hogar o cuidar. CIPPEC. Recuperado el 11 de noviembre de 2025, de https://www.cippec.org/textual/la-pobreza-afecta-mas-a-las-familias-con-ninos-porque-deben-resolver-una-tension-entre-trabajar-fuera-del-hogar-o-cuidar

Greif, A., Fuletti, D. 2024. Análisis de la pobreza infantil en Uruguay y propuestas de política.
https://bibliotecaunicef.uy/opac_css/index.php?lvl=notice_display&id=299.


Hernández Pedreño, M. (2010). El estudio de la pobreza y la exclusión social. Aproximación cuantitativa y cualitativa. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 69(24.3), 25–46. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=27419173003.

Pardo, Avril, N., G., (2008. La representación de lo mesurable sobre la pobreza en la prensa colombiana. Disponible en: https://canvas.gu.se/courses/90435/files/10061494?wrap=1.

Villasmil, M., C. (1998). Fecundidad en familias en situación de pobreza: hipótesis para su estudio Papeles de Población, vol. 4, núm. 18, octubre-diciembre, 1998, pp. 175-188 Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11201808.




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